¿Cómo funciona la memoria después de una ruptura?

martes, noviembre 28, 2017

Cuando la relación de 4 años con "El Hombre"* terminó me propuse olvidar lo sucedido, los sentimientos, olvidarnos. Quería raspar con una cuchilla las paredes de mi mente y eliminar todo rastro del espacio que ocupó. Creía que pensarlo me sumergiría en un estado depresivo del que no saldría. A pesar de intentarlo sí me deprimí y durante un tiempo no supe cómo salir. Me negaba a experimentar lo que estaba sintiendo.

Canción sugerida: Que no a quede huella - Bronco

Me enfoqué en ocultar esos años y no me permití vivir el duelo de la ruptura, ni me di tiempo para perdonar mis errores.

Tres años después, sin aviso, encontré de nuevo ese asunto sin resolver: "El Hombre." Decidí hablar con él y confrontar los temas sin solucionar. Me explico: nuestra ruptura fue la situación menos civilizada del mundo, un día estábamos juntos, al día siguiente discutíamos, terminábamos y volvíamos. El patrón se repitió muchas veces hasta que me detuve y empecé a salir con alguien más.
No respondí sus mensajes y llamadas, dejé de ir a los lugares en común, "lo dejé" pero jamás cerré el ciclo, ni solté la rabia. Me comprometí a esconder bajo mi-cama-mental-que-oculta-todo-lo-que-no-quiero-enfrentar el tiempo juntos.

Esa misma noche nos vimos, conversamos sobre el pasado y me quedé con él. Mi memoria me jugó a la cuca*, prefirió dejar que la añoranza le ganara y omitió el panorama completo de mi relación disfuncional.
Las horas pasaron y la-cama-mental colapsó: no cabían más engaños. Todos los recuerdos del apocalipsis zombie de nuestra relación volvieron a mi cabeza, estaba en shock, me urgía rabear pero preferí aguantar estoicamente. No iba a quebrarme de nuevo frente a él y no le demostraría que a pesar de los años aún me afecta.

Al día siguiente durante la celebración de mi cumpleaños las emociones me azotaron la cara. Aquella noche intencionalmente, o quizá no, bebí hasta la inconsciencia. Una parte de mi interior quería llorar a la chica a quien años atrás le partieron el corazón. La otra parte, mi ego, se rehusaba e intentaba callar esa voz con Ron y cola. Sumergida en la ebriedad me desplomé, me abrazó la culpa y el remordimiento por la noche anterior, y la rabia por permitir una relación tóxica durante todos esos años. Le lloré a mi versión de 19 años toda la madrugada. Amigos que estuvieron conmigo aquella noche: gracias y perdón.

Fui un completo espectáculo de telenovela, los recuerdos y emociones que reprimí durante 3 años salieron despavoridos de mi garganta.

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Cuando sentimos tristeza, frustración o ira por una ruptura no vemos el panorama completo de nuestra vivencia. El dolor no permite que nuestra memoria recuerde imparcialmente la ocurrido.

Estos son 3 ejemplos (basados en mi experiencia) de cómo nuestra memoria arregla los hechos según el papel que  deseamos desenvolver en "El Drama del Rompimiento."



Gráfico #1

Gráfico #2

Gráfico #3

La noche del reencuentro yo estaba en la gráfica #2: era presa de mi memoria y del síndrome de Estocolmo.

En el caso #1 y #3 nuestras emociones no quieren quedarse ocultas, le contamos a todos nuestros conocidos la trágica historia de nuestra ruptura. Pero nuestro discurso es unilateral, la historia de nuestro romance fallido está limitada a los recuerdos que tenemos de lo vivido, a nuestra versión. Sesgamos la anécdota a lo único que nos importa: "nuestro dolor" por culpa o victimización y olvidamos que el otro estuvo en este viaje a nuestro lado, pasó mal, también vivió una ruptura y también la cagó. Olvidamos que las relaciones son de 2 personas, y que ambos son responsables del crecimiento o colapso de esta (pasiva o activamente).

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* "El Hombre": apodo que le dieron mis amigas a este ex. Ellas prefirieron dejar de pronunciar su nombre, igual como ocurrió con El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado en Harry Potter.
* Jugar a la cuca: jugar sucio, hacer trampa.

¡Si llegaste hasta aquí te mereces un chocolate! Deja un comentario y cuéntame tu experiencia con la memoria en tus relaciones.

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